Podríamos decir que Mandela traía el liderazgo en la sangre por ser
hijo de un consejero tribal y haber tenido la oportunidad de estudiar bajo el
cuidado de un jefe tribal al morir su padre. Durante su infancia se ve rodeado
de jefes tribales y ancianos que le hacen notar que los problemas en su país surgen
al llegar los blancos, puesto que anterior a este suceso las tribus convivían
en armonía. En la universidad es elegido como líder del consejo estudiantil
pero renuncia al puesto por no estar de acuerdo con el hecho de que el consejo
carecía de poder. Posteriormente se une al CNA para terminar en la cárcel
acusado de ofensas políticas incluyendo sabotaje.
Así pues, Nelson Mandela desde pequeño se fue formando como un líder,
pero la experiencia de ser privado de su libertad forjó de manera trascendental
su estilo de liderazgo. Hasta pareciera que esta experiencia fue la que detonó
en gran medida que su poder se incrementara exponencialmente al grado de ganar
la presidencia cuatro años después de salir libre. Aunque Mandela, junto con De
Klerk, es reconocido con el Premio Nobel de la Paz en 1993 y encabeza la
campaña de la no-violencia durante más de 20 años, al unirse al CNA en su
juventud estaba convencido de que la violencia era parte de la solución. La
transformación que él vive estando preso le permite ver que con las armas no se
ganan los conflictos, sino con tolerancia y aceptación. Esta transformación en
su pensar es el resultado de la reflexión y cuestionamiento que él va
realizando. El cuestionamiento que se sugiere como metodología para calcular los
riesgos, es lo que va orientando la forma en que Mandela seguirá defendiendo
los derechos de igualdad de sus compatriotas.
Realmente no veo una relación entre los escenarios expuestos en
“Invictus” y “Rescatando al Soldado Ryan”. Por un lado vemos el uso de una
estrategia humana como método para lograr la construcción pacífica de la nación
y por el otro la falta de una estrategia definida y organización eficaz, y
carencia de liderazgo estratégico en
donde mueren miles de soldados (en el total de la operación del “Día D”, no
necesariamente en la película).
Si la historia fuera otra y Mandela hubiera optado por el camino de la
guerra, entonces seguramente habríamos presenciado resultados muy parecidos al
desembarque en Normandía. En donde alguno de los dos bandos habría sufrido
bajas considerables. Pero sobre todo yo resalto la pregunta de ¿qué tanto vale
el tener una estrategia o un liderazgo que nos lleve a acabar con vidas
humanas? ¿Se considera verdadero valor (en el sentido de coraje) el acabar con vidas
humanas que en muchas ocasiones son inocentes víctimas de los conflictos
armados? ¿Puede un líder competente jactarse de tener valor cuando él mismo
observa cómo sus seguidores son quienes afrontan el verdadero peligro de una
guerra? Porque muchas veces dichos líderes se encuentran en los cuarteles
alejados de las trincheras, sanos y salvos. ¿Tiene un líder el derecho moral de
acabar con la vida humana?
vs.
No hay comentarios:
Publicar un comentario