sábado, 25 de febrero de 2012

Invictus vs. Soldado Ryan


Podríamos decir que Mandela traía el liderazgo en la sangre por ser hijo de un consejero tribal y haber tenido la oportunidad de estudiar bajo el cuidado de un jefe tribal al morir su padre. Durante su infancia se ve rodeado de jefes tribales y ancianos que le hacen notar que los problemas en su país surgen al llegar los blancos, puesto que anterior a este suceso las tribus convivían en armonía. En la universidad es elegido como líder del consejo estudiantil pero renuncia al puesto por no estar de acuerdo con el hecho de que el consejo carecía de poder. Posteriormente se une al CNA para terminar en la cárcel acusado de ofensas políticas incluyendo sabotaje.

Así pues, Nelson Mandela desde pequeño se fue formando como un líder, pero la experiencia de ser privado de su libertad forjó de manera trascendental su estilo de liderazgo. Hasta pareciera que esta experiencia fue la que detonó en gran medida que su poder se incrementara exponencialmente al grado de ganar la presidencia cuatro años después de salir libre. Aunque Mandela, junto con De Klerk, es reconocido con el Premio Nobel de la Paz en 1993 y encabeza la campaña de la no-violencia durante más de 20 años, al unirse al CNA en su juventud estaba convencido de que la violencia era parte de la solución. La transformación que él vive estando preso le permite ver que con las armas no se ganan los conflictos, sino con tolerancia y aceptación. Esta transformación en su pensar es el resultado de la reflexión y cuestionamiento que él va realizando. El cuestionamiento que se sugiere como metodología para calcular los riesgos, es lo que va orientando la forma en que Mandela seguirá defendiendo los derechos de igualdad de sus compatriotas.

Realmente no veo una relación entre los escenarios expuestos en “Invictus” y “Rescatando al Soldado Ryan”. Por un lado vemos el uso de una estrategia humana como método para lograr la construcción pacífica de la nación y por el otro la falta de una estrategia definida y organización eficaz, y carencia de liderazgo estratégico  en donde mueren miles de soldados (en el total de la operación del “Día D”, no necesariamente en la película).

Si la historia fuera otra y Mandela hubiera optado por el camino de la guerra, entonces seguramente habríamos presenciado resultados muy parecidos al desembarque en Normandía. En donde alguno de los dos bandos habría sufrido bajas considerables. Pero sobre todo yo resalto la pregunta de ¿qué tanto vale el tener una estrategia o un liderazgo que nos lleve a acabar con vidas humanas? ¿Se considera verdadero valor (en el sentido de coraje) el acabar con vidas humanas que en muchas ocasiones son inocentes víctimas de los conflictos armados? ¿Puede un líder competente jactarse de tener valor cuando él mismo observa cómo sus seguidores son quienes afrontan el verdadero peligro de una guerra? Porque muchas veces dichos líderes se encuentran en los cuarteles alejados de las trincheras, sanos y salvos. ¿Tiene un líder el derecho moral de acabar con la vida humana?

  vs.

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