El pensador estratégico conoce su gama de
opciones, sabe analizar pros y contras. Este conocimiento le proporciona
flexibilidad de pensamiento. El pensamiento flexible se trabaja con la
constante pregunta del “que… si”. Curiosamente esto podría parecer indecisión
ante las oportunidades pero Kenichi Ohmae (1975, “The Mind of the Strategist”) atinadamente resalta “la importancia del
pragmatismo en la persecución del objetivo”. Por lo cual, este cuestionamiento
necesario al estudiar las opciones debe estar siempre encaminada a llegar a una
resolución, y no solo a una eterna búsqueda de opciones.
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